martes, 7 de junio de 2016

Recordaba aquel extenso paisaje y miles de cosas me pasaban por la mente, miles de cosas me pasaban por dentro. Cerraba los ojos. Queria mas. Mas de esa calma, esa tranquilidad que pocas cosas nunca me pudieron proporcionar. Mas de ese respirar profundo, hondo y puro. Mas de mirar a los ojos a cualquier animal repentino en mi camino y sentirme bien. Mas felicidad.

Abri los ojos de nuevo para encontrarme con la gris realidad de las prisas, la gente toxica, el aire toxico, la ansiedad, de nuevo las dudas...el humo. Aun asi lo vi claro, vi claro lo que no queria.

Y despues de una jornada de 10 horas a todo el mundo le parecia sorprendente, incluso absurdo, que hiciera una hora y tres cuartos a pie hasta mi casa. A mi me gustaba, me gusta. Me gustaba sentir la tesion detras de las rodillas, la hinchazon en los dedos y el dolor en los talones. Suena a masoquismo, pero cada vez que emprendia camino yo sabia que para avanzar hay que caminar, aunque duela.

"Mira el pajaro, se muere en su jaula."

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En mi condición de intensa, sigo, modestamente con bastante éxito en un viaje de búsqueda de puntos medios, de alejarme de que las cosas sea...